RESEÑA: La Mística de la Feminidad

¡Hola, Hola! Terminamos abril con la reseña del libro de este bimestre para la #LCGafasVioletas.
La Mística de la Feminidad escrito por Betty Friedan y publicado en febrero de 1963 es considerado un libro clave en la segunda ola del feminismo.



"La mística de la feminidad" es un clásico del pensamiento feminista que se publicó originalmente en Estados Unidos en 1963. Se trata sobre todo de un libro de investigación respaldado por un abundante trabajo descriptivo, y sólo como consecuencia de esto se acaba convirtiendo en un libro militante, lo que lo aproxima al otro gran clásico del siglo XX, "El segundo sexo" , de Simone de Beauvoir. Friedan llama "mística de la feminidad" a esa imagen de lo "esencialmente femenino" , eso de lo que hablan y a lo que se dirigen las revistas para mujeres, la publicidad y los libros de autoayuda. Es una horma moral, fabricada en esos años, en la que se pretende, como en un lecho de Procusto, hacer vivir a todas las mujeres. Es algo inauténtico que, si se intenta llevar a cabo, produce consecuencias cada vez más graves. Comienza por un difuso malestar y termina por producir enfermedades verdaderas. Precisamente el libro comienza con un capítulo titulado "El malestar que no tiene nombre" . Estamos ante un libro extraordinariamente influyente que ha resultado ser decisivo en el acompañamiento de uno de los cambios sociales más determinantes del siglo XX: la posición y autoconciencia de las mujeres como grupo.



El libro comienza hablando sobre «el malestar que no tiene nombre» que estaba atacando a las mujeres de los años 50 y 60, y que los médicos no sabían cuál era su causa; tal vez demasiadas tareas domésticas o un trabajo excesivo en el cuidado de los niños, y la receta mágica que le ofrecían a estas mujeres era una hora de descanso de la casa y los niños. Pero Betty parece encontrar la causa a este malestar de las mujeres estadounidenses de clase media de barrios residenciales: la mística de la feminidad.

A partir de ahí y durante catorce capítulos, la autora nos presentará estudios psicológicos y sociológicos, trabajos de investigación de médicos y que ella misma realizó, estadísticas y reflexiones para llegar a la conclusión de que las mujeres estadounidense deben volver a educarse para trabajar y sentirse realizadas, y así poder formar una identidad propia aparte de su marido e hijos.


Mi relación con este libro terminó siendo un poco de amor-odio, pero sin llegar a un odio resentido. Me pasó algo muy similar a lo que les contaba en la reseña de Vindicación de los Derechos de la Mujer, el libro empezó muy bien, pero luego se vuelve confuso y con ideas que no comparto en lo más mínimo, para terminar encaminándose en una conclusión con la que estoy de acuerdo.

Friedan comienza presentando «el malestar que no tiene nombre», y a partir de ahí empieza a enumerar los factores que han contribuido a formar la mística de la feminidad. Tengo que decir que uno de mis capítulos favoritos fue el de las revistas femeninas, porque literal tranquilamente se podría decir que lo escribió pensando en la época actual y no en las revistas de 1959.

Betty Friedan
Propone una crítica a Freud desde su papel de psicóloga, a los educadores sexistas y a la industria de los electrodomésticos. De Freud deja muy en claro su odio a las mujeres y como el psicoanalista siempre quiso que el mundo pensara que las mujeres envidiaban el pene de los hombres, pero como él mismo parecía tener un rechazo a las mujeres que no fueran niñas infantiles y dóciles.

Culpa a los educadores de los college e institutos por no darles herramientas a las adolescentes y jovencitas para que aspiren a ser algo más que amas de casas. Los responsabiliza de los matrimonios jóvenes y la alta tasa de natalidad en esa época.

Su disputa con las industrias de electrodomésticos me pareció tan genial y más cuando cita discursos de los altos mandos de esas industrias donde se puede leer sin lugar a dudas que lo único que querían era vender comodidad a las mujeres, pero a la vez, contribuir a esa culpa que sentía la mujer si no realizaba las tareas domésticas por si sola.

Luego llegamos a la parte donde Betty y yo ya no coincidimos, y donde me perdí bastante. Nombra mucho la insatisfacción del placer sexual femenino y juro que el primer capítulo que lo nombró a mí me había quedado claro, así que no entendí porque lo seguía nombrando por tres capítulos más, pero mi problema con esto no es tanto que se lo nombre, porque siempre entiendo a lo que quiere llegar; mi problema es cuando ya comenzamos a culpar a las madres al mejor estilo Mary Wollstonecraft.

Betty nos dice que la falta de identidad de la mujer y la carencia de realización propia la imposibilitan para disfrutar del orgasmo, y en cierta manera estoy de acuerdo. La cosa se complica cuando me dice que las madres empujan a sus hijas a ser promiscuas para vivir a través de ellas lo que no pudieron por casarse jóvenes, y que vuelven homosexuales pasivos a sus hijos varones por no poder separarse de ellos y dejarlos que construyan su propia identidad.

Y creo que no es necesario que explique por qué no estoy de acuerdo con semejante barbaridad. Ni hablar de cuando la queridísima Betty dice que la homosexualidad femenina es menor a la masculina porque las niñas no tienen una relación tan estrecha con sus padres, y es que yo no entiendo, porque me estaba criticando a Freud en los capítulos anteriores, pero para hacer teorías sobre la homosexualidad sí sirven sus conceptos retrógrados.
Pero vamos a hacer paréntesis porque tampoco me quiero poner a hablar de cuando acusa a las lesbianas de feministas radicales que odian a los hombres y quieren obligar a las mujeres a practicar el lesbianismo, porque ya sería tocar un terreno muy sensible.

Estoy de acuerdo con todos los conceptos que propone para la realización de la identidad femenina, y todas las soluciones que propone para erradicar la mística de la feminidad. Su crítica a la educación se me hizo muy cercana, porque nombra a las universidades y sus planes de estudio que las madres-amas de casa no pueden llevar a cabo a tiempo completo, y me acordé muchísimo de todas las compañeras de clase que perdí cuando estaba estudiando la carrera; porque no podían trabajar, cuidar a los hijos, limpiar la casa y estudiar. Y fue con ese capítulo y la conclusión final que hace Betty, donde me di cuenta que la mayoría de mis compañeros de clase que desertaban, eran mujeres.

El libro termina con una conclusión muy similar a la que nos da Mary Wollstonecraft en el libro del bimestre anterior, y es la educación. La educación para las mujeres como forma de poder realizarse, llegar a conseguir un trabajo remunerado y tener esa sensación de sentirse útil consigo misma y con los demás.


Resumiendo, la Mística de la Feminidad es un libro de feminismo que hay que tomar como reivindicativo de muchas cosas, pero sin olvidar que fue publicado en 1963 y sus palabras atacan a colectivos que al día de hoy, quiero creer, son parte de una misma lucha.

Algo que me olvidé mencionar más arriba, pero me gustaría traer para que puedan dejarme su opinión en los comentarios, es que Betty invita a los hombres al feminismo, algo que está muy cuestionado hoy en día, pero ella afirma que la liberación de la mujer, es también la liberación del hombre. ¿Qué opinan ustedes?

Espero que les haya gustado y nos estamos leyendo.

Bye, Bye!

Comentarios

  1. Es una autora que me gusta mucho.

    Siempre es importante mantener el contexto histórico, tanto frente a lo que estamos de acuerdo como con lo que no. Ningún libro que se ocupa de problemas sociales puede hablar sobre los mismos como absolutos, y aquellos aspectos de la cultura que hoy pueden parecernos falsos, bien podrían haber sido ciertos entre los contemporáneos a Friedan (o Wollstonecraft, pues lo mismo aplica).

    "Betty invita a los hombres al feminismo, algo que está muy cuestionado hoy en día"

    ¿Por quién?
    Sería problemático y lo alejaría de los ideales de igualdad que inicialmente deseaba, para convertirse en una suerte de "machismo femenino". Creo que muchos movimientos populares dan en efecto esa imagen, pero es algo elemental que todo movimiento presenta un declive proporcional a su popularidad. Sin tomar seriamente los "movimientos populares", ningún autor serio que conozco está involucrado en esta línea de pensamiento.

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    1. Entiendo lo que planteas sobre el contexto histórico, y estoy de acuerdo, de hecho, creo que la posibilidad de poder leer con ojo crítico esos conceptos que hoy en día no serían tan aceptados, habla de nuestro avance como sociedad.
      Durante el 8M vi muchas mujeres en redes sociales quejándose sobre la presencia de los hombres en la marcha, y cuando leí que Betty los invitaba a participar activamente del feminismo, se me hizo curioso, pero en cierta manera, estoy un poco de acuerdo con ella en eso.

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  2. Hola Romi!
    Me has dejado sorprendida con los conceptos de esta autora sobre la homosexualidad y la relación entre madres he hijas...
    Digamos que no concuerdo pero acepto que a veces uno como madre o padre (y hablo en términos generales), buscamos que nuestros hijos tengan o vivan de acuerdo a lo que nosotros no pudimos tener y nos hubiera gustado hacer (hablando exclusivamente de la parte de las relaciones entre madres e hijas). Que está horriblemente mal, pero no negaré que como madre a veces lo hago y trato con todo mi ser de evitarlo porque ellos tienen derecho tomar sus propias decisiones y vivir/hacer lo que deseen, como lo sientan.
    Sobre lo último. Yo no lo llamaría liberación... pero sí creo que los hombres deberían interiorizarse en el feminismo. Después de todo, compartimos una sociedad, y como sociedad debemos coexistir en armonía... y pensamientos machistas no entran en esta ecuación.
    Un beso grande!

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    1. Hola! Te entiendo, yo como hija también veo como mi madre trata de que yo haga cosas que ella no pudo hacer, pero creo que Betty se va a un extremo un poco problemático.
      Y concuerdo contigo, el feminismo tiene que ser un movimiento que llegue a todos lados e involucre a todos los ciudadanos de las sociedades del mundo, pero sin olvidar que somos las mujeres quienes luchamos día a día para ser un poco más libres.

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  3. Hola a leer tu entrada me siento un fraude porque no lo leí y creo que este año arrastraré la iniciativa para fin de año, no porque no me interese el feminismo sino porque mi cabeza está peor que el año pasado.
    Al leer ciertos comentarios recordé a Rebecca Solnit y "Los hombres me explican cosas" ese "man explaining" no te lo roba.
    Abrazo, es un placer volver a leerte.

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